El Profesor y la Alumna
El Padre de Mery, se encontró de pronto, con la necesidad de resolver un grave problema, su hija, concebida fuera de matrimonio, estaba recluida en el convento del Tejar, donde había sido dejada por su madre antes de morir de cáncer, iba a cumplir los 18 años, y deseaba ser maestra, y para lograrlo tenía que pasar las pruebas correspondientes para poder ser calificada. Ya no era como antes que para conseguirlo solo era necesario apoyar al político de turno que estaba en el poder y con un buen padrino ¡Se bautizaba! Sino resultaba este recurso se recurría al económico, existía un precio y había que conseguir el dinero, aunque sea al chulco. Un verdadero problema era cuando no se disponía de recursos financieros, había que sacrificarse para llevar un pan a la mesa, el favor sexual era el último recurso. La madre de Mery, se decidió por el convento del Tejar y no por el convento de monjas de Santa Catalina porque, este, tuvo la fama de ser uno de los mas escandalosos del siglo XVIII, donde las religiosas mantenían en el interior del claustro numerosas sirvientas y cada monja amparaba y educaba a una o más doncellas seglares y los curas dominicos eran los amos absolutos de esta comunidad, lugar donde a la edad de diecisiete años, Manuelita Sáenz fue encerrada después de revolucionar el Colegio, para ver si el milagro de la oración la liberaba del diablo que tenía en su interior, pero ella aprende otras cosas que ignoraba: a hurtadillas se ejercita en el baile, aprende a fumar, a arreglarse y a escaparse sin sufrir las consecuencias.
EL CEREBRO DE LA MUJER
El padre de Mery recurre a su amigo Raúl para consultarle qué debe hacer con su hija, que después de seis meses tendrá que dar las pruebas correspondientes y su preparación académica deja mucho que desear debido a su inestabilidad por los colegios por donde pasó. De una timidez extrema pasó a una desobediencia y luego a una rebeldía inquietante que le impidió asimilar las enseñanzas de sus profesores, a pesar de eso, se graduó con aceptables calificaciones. Una de las principales pruebas para ingresar es la correspondiente a las Matemáticas. Debe aprender las propiedades de los números y todas las operaciones que con ellos se hacen, por lo que su amigo Raúl era escéptico de que exista un profesor que se sintiese capaz de enseñar Matemáticas a una joven de diecisiete años, inquieta, revoltosa y que esta encerrada en un claustro, por lo que intentó disuadirlo de tal propósito. Quien quiera enseñar canto a una jirafa, cuyas cuerdas vocales no pueden producir el menor sonido, perdería el tiempo trabajando inútilmente. La jirafa por su propia naturaleza no podrá cantar. Del mismo modo, el cerebro femenino ( explicó Raúl ) es incompatible con las nociones más simples de las Matemáticas. Se basa esa incomparable ciencia en el raciocinio, en el empleo de fórmulas y principios demostrables con los poderosos recursos de la Lógica y las Proporciones. Cómo, una jovencita con esas características, pueda aprender las fórmulas del Algebra y los teoremas de la Geometría? ¡Nunca! Es más fácil que la jirafa aprenda a cantar que una mujer aprenda Matemáticas.
LA SOLUCION DEL PROBLEMA
Sin embargo puede que yo tenga el nombre de la persona indicada, manifestó Raúl, se llama Rafael. Estuvo enseñándoles a los indígenas de Zumbawua, a los cholos de la Trinitaria y aniñados en una Universidad pagada, con seguridad es el más adecuado para solucionar tu problema. Al entrevistarse el padre con el profesor y después de plantearle el problema que tenía, este manifestó: “No encuentro motivo para rechazar vuestra invitación. En pocos meses podré enseñar a vuestra hija todas las operaciones algebraicas y el secreto de la Geometría. Se equivocan dos veces los filósofos cuando intentan medir con unidades negativas la capacidad intelectual de la mujer. La inteligencia femenina, cuando es bien orientada, puede acoger, perfectamente, las bellezas y secretos de la ciencia. Los historiadores citan varios ejemplos de mujeres que se hicieron célebres por su cultura matemática. En Alejandría, por ejemplo, vivió Hipatia, que enseñó la ciencia del cálculo a centenares de personas, estudió y comentó las obras de Diofanto, analizó los difíciles trabajos de Apolonio y rectificó todas las tablas astronómicas usadas hasta entonces. Vuestra hija aprenderá fácilmente la ciencia de Pitágoras. Deseo solamente que determine el día y hora en que deberé iniciar las lecciones.” Y continuó explicando: “Acepto con gran satisfacción y es evidente que su deseo de ser profesora la motivará para su aprendizaje de la ciencia matemática. Platón, filósofo y matemático, mandó colocar la leyenda siguiente en la puerta de su Academia: “No entre si no es geómetra”. Se presentó, un día, un joven de costumbres libertinas y manifestó sus deseos de frecuentar la Academia. El maestro, sin embargo, no lo admitió diciendo: “La Geometría es pureza y simplicidad; tu impudicia ofende a tan pura ciencia”. El célebre discípulo de Sócrates procuraba, de ese modo, demostrar que la Matemática NO armoniza con la depravación y con las torpes indignidades de los espíritus inmorales. Serán, pues encantadoras las lecciones dadas a esa joven que no conozco, y si lo desea podré iniciar mañana mismo las lecciones.” Descansando en la tranquilidad de su habitación, el Profesor recordó: “La Matemática se fundamenta únicamente en la verdad, sin tener en cuenta ninguna manipulación, tradición, interés o preconcepto. Lo mismo ocurre con cualquier ciencia, pero no de una manera tan clara como la Matemática. La Geometría existe en todas partes. En el disco del sol, en el arco iris, en las celdillas prismáticas de las abejas donde esta resuelto un problema de altas matemáticas, en el diamante, en la estrella de mar, en la tela de araña y hasta en un pequeño grano de arena.” Y concluyó: “La simetría de orden impar sólo se encuentran en los seres dotados de vida. La materia inorgánica sólo presenta simetría par.”
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